María L. Castillo
Nombre completo: María L. Castillo
Nacimiento: 3 de julio de 1888, Matehuala, S. L. P.
Defunción: 7 de marzo de 1976, Matehuala, S. L. P.
Semblanza
María L. Castillo nació el 3 de julio de 1888 en Matehuala, S. L. P. Su madre fue Juliana Castillo, pero de su padre se desconoce la identidad. Su registró de nacimiento lo tramitó ella misma a la edad de 34 años en el registro civil de Matehuala. En el acta se describe a su madre como «soltera de 65 años». En el acta su nombre quedó como María L. Castillo. Según sus conocidos, la L significaba Luz; por lo tanto su nombre sería María de la Luz Castillo.
La vida de María Castillo es conocida a partir de su adultez y en su etapa como directora del Colegio Benito Juárez. En 1905, se inauguró el Colegio Benito Juárez como parte de la Iglesia Evangélica «Los Amigos», cuando María tenía apenas diecisiete años. Aunque se ha dicho que ella siempre fue su directora, lo cierto es que primero fue maestra de éste por cinco años y luego asumió la dirección del colegio el 5 de septiembre de 1913, cuando tenía veinticinco años, siendo este el hecho que marcaría la etapa más apasionante de su vida magisterial.
En 1918, bajo su dirección, se inauguró una biblioteca como iniciativa de la Sociedad Literaria Juan de Dios Peza (conformado por alumnos y maestros del colegio) y también vio la luz Alma Juvenil, revista mensual de educación y literatura que contó con varios directores, aunque éstos siempre estuvieron supervisados por ella. Sus colaboraciones en la revista escolar, además de ser constantes, ocupaban un espacio privilegiado en la publicación. Desde su adolescencia empezó a escribir poesía; sin embargo, no fue el único genero literario en el que se desarrolló, pues también se han localizado algunos cuentos de su autoría como «El príncipe de abril», publicado en el núm. 10 de Alma Juvenil.
De 1933 a 1934, María Castillo se mantuvo al pendiente de la salud de su hermano, Fortunato Castillo, quien murió el 26 de noviembre de 1934 en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Dejó viuda a la también profesora Gabriela Franco, con quien María había tenido una relación fraternal y a la que incluso le dedicó algunos de sus poemas.
Castillo dirigió Educación, revista mensual de la Liga de Cooperación Pedagógica del Magisterio de la 3.ª Zona Escolar del Estado, de 1935 a 1936. En esta revista también publicó sus poemas. Aunque se le prestó mayor atención a los asuntos relacionados con los eventos de convivencia que se dieron entre las diferentes escuelas que formaron parte de la zona escolar y textos ensayísticos de los maestros y alumnos.
En mayo de 1938, se organizó un programa para conmemorar sus bodas de plata como profesora. La organización estuvo a cargo de exalumnos y alumnos que iniciaron el día con «Las mañanitas», visitas y regalos, y terminó con un festival literario.
Tras la muerte del escritor y periodista potosino Teodoro Torres, en 1944, en Matehuala se le brindó un homenaje póstumo en el que la participación de la poeta fue imprescindible, y lo hizo con un poema titulado «Luminar», que escribió el 25 de octubre de ese mismo año y en el cual utilizó aspectos de la vida periodística de Torres para homenajearlo.
Castillo también participó en las iniciativas para crear dos de las instituciones educativas más importantes para Matehuala: en 1944, la fundación de la Escuela Secundaria Francisco Zarco; y, en 1957, la Escuela Preparatoria de Matehuala (EPM). La EPM al principio llevó el nombre de María L. Castillo a manera de homenaje, por su trayectoria como profesora y por su labor en pro del desarrollo en materia de educación en el municipio; pero, por el proceso que se realizó para su vinculación con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), se le tuvo que eliminar el nombre. En esta institución ella impartió la asignatura de Español durante el tiempo en que fue una escuela por cooperación, es decir, que no pertenecía ni al gobierno ni a otra institución y que se mantenía con base en los donativos de algunas personas o empresas.
Murió a los 87 años el 7 de marzo de 1976, de insuficiencia cardiaca provocada por los daños que le produjo el alzhéimer que sufrió durante los últimos años de su vida. Fue sepultada junto a su madre en el Panteón Hidalgo de Matehuala. Uno de sus autores favoritos fue Juan Ramón Jiménez y sus alumnos todavía la recuerdan recitándoles sus poesías en las aulas.
Bibliografía
García Tovar, Karla Edith. Escribas del desierto: cien años de literatura matehualense. 2023. Universidad Autónoma de San Luis Potosí, tesis de licenciatura.